martes, 25 de enero de 2011

Nana para dos corazones



Nana para dos corazones
En los vuelos de las nubes
Hay un nio de cigüeñas
Y los abuelos esperando
A que la luna venga.

La luna esa que  de noche sueña…
Con espejos de guadalquivires
Y un firmamento de estrellas.

Los abuelos asomaos
Esperan y esperan…
Que le ha dicho un duende
Que vivió por calle feria,
Que un atillo de promesas
Le van a traer las cigüeñas…
Un par de nietecillos
Como un regalo que llega
De las almenas del cielo
Donde vive la Macarena.

Los abuelos siguen mirando
A la torre y las cigüeñas
Esperando ese día… pero aun no llega
Faltan algunas lunas
En el mar y en la sierra.

Cada día se despiertan
Con un suspiro de veletas
Esperando a que le traigan
Dos nietecillos la cigüeña.

Una se llamara Alma
Como el aliento del que espera,
Traerá una sonrisa de jazmines
Como flor de primavera.

Otro se llamara Carlos
Estampa del que crea,
Nazareno desde la cuna
Me lo ha dicho la cigüeña.

Y en  el socaire de amor
Que por dos veces se encuentra,
Ya sueñan con sus manitas
Sobre la piel que está casi seca.

Y  en un sueño de amor
Que durmió por calle Feria,
Deja la cera su olor
Cuando pasa la  sentencia.

Y ya llego el día…
Que casi a Diciembre llega,
Y llegaron  dos atillo
En el pico de la cigüeña.

Y en aire de Sevilla
Sonaron mil cornetas,
Las  campanas repicaron
Como en una noche de fiesta.
Dos nietecillos han llegao
En el cabalgar de una estrella,
Ya los abuelos suspiran
La noche ya llega…
Y ven a sus nietecillos dormios
En un blanco colchón de  arena
Mientras le piden a la virgen
Que la Madrina sea ella.

La virgen le trae un regalo…
Cuna de plumitas blancas
Sabanitas color de estero
Y una mantita verde
Verde de terciopelo.
Sevilla le trae  compases

De bambalinas y espejos,
Triana sus cantares
De los flamencos más viejos.
Y su abuelo como es poeta
Le ha escrito este sueño…
Para que cuando sean mayores
Les quede en el recuerdo.
Esta canción de cuna
Cuando yo ya este en el cielo.

Para mis nietecillos
Carlete y Alma
7/12/2009
Vuestro abuelo
Carlos








Por.Carlos Valera