martes, 25 de enero de 2011

Un costal para Carlitos






Hazme un costal mare
Me espera mi cuadrilla,
Aunque voy en la corriente
Es un sentir  diferente
Ser costalero en Sevilla.


                  Y cada año… cuando aun no ha llegado la Primavera, hay un sentir único y diferente, una llamada profunda desde el corazón tibio del cofrade, que sin distinción de clases sociales, se viste de igual manera, para poder llevar a los cielos una oración que se reza con la trabajadera, se escucha en los silencios de la corriente o el oído responsable del patero que no quiere que roce ni un varal en la salida.


                 Cada año, faltan unos y aparecen otros, se iguala y se espera, se charla y se comenta, se siente y se presiente, se habla del tiempo y del espacio, del lugar y de la esquina, de la salida y de la entrada campana, del palquillo y de la calle sierpes, de la música y de las levantás, de las subidas a pulso y del cimbrear de cinturas, de los hermoso y lo profano, de la cera y del perfume, del olor del azahar y de las alpargatas que bordaran la alfombra por donde pasará El o Ella, pero siempre acunados por el amor hecho sudor del costal de Sevilla.



Mira el rosal que traigo
Después de la Madrugá,
Ha sido al levantarlo
Que con su cruz no puede más
Y tengo que venir ayudarlo.

Y solo llevo un pensamiento
Cuando con la cruz al hombro vas
Porque se que ese momento
Es un Vía crucis tu pisar
Cuando caminas… Silencio.


Para mi niño Carlitos, que lo único que le falta para ser aun mas sevillano es convertirse en silla de la carrera oficial, no lo ha conseguido aun, pero está en ello.
Tu Padre con cariño
27 de febrero de 2005

Por.Carlos Valera